En el norte

Más allá, en el norte, no hay amor y las brújulas se vuelven locas. Las nubes son verdes y se mueven tan rápido que no tienen tiempo de descargar. En el norte todo es distinto, no hay nadie, no estás tú, no está nadie, pero al menos se pueden ver las estrellas.

Según parece, en el norte todo es negro durante mucho tiempo, tan negro como el pubis de una gran mujer gigante, donde sus lunares brillan y su cueva se abre a un lugar donde hay mares de tranquilidad en el que su despertar culmina con su alumbramiento.

En el norte las luces de colores rompen la monotonía del suelo, un arcoíris sobre negro.

Allá, en el norte, es donde estaré. Allá, en el norte, será donde algún día nos encontremos.

 

Fotografía cortesía de María F. Sánchez.

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