Todas esas conversaciones que quedaron a medias: ¿fueron una pérdida de tiempo o una inversión? Dicen que practicando se aprende, pero yo cuanto más practico, más dejo de saber. Cada conversación solo sirve para acumular pereza. Como un coche olvidado en invierno, me cuesta arrancar. Lo pago contigo aunque sea la primera vez que nos vemos. ¿Para qué repetir, para qué escuchar lo que no nos interesa? Saltemos a la parte divertida. Olvidémonos de tener que olvidar nuestros nombres después. Seamos novatos que nunca practican. Quizás solo así recuperemos el gusto un día inesperado en que las palabras surjan naturales.
Fotografía: Théo Gosselin.