Una piscina. La gente ríe alrededor de ella. Unos conversan con otros. Se habla de todo tipo de temas. Hay conversaciones más profundas y otras mucho más livianas. En realidad no es más que un símil sobre lo que pasa en la vida diaria. Hablamos, decimos cosas y a veces esas palabras son excusas sobre porque se hace o se deja de hacer determinadas cosas pero que a veces llegan a un punto de inverosimilitud como las que he llegado escuchar en los últimos años.
Desde respuestas dignas del mayor de los egos a situaciones irrisorias donde alguien te dice de todo menos bonito y resulta que ahí están juntitos como si no pasara nada. Si la vida fuera de la piscina serían esas conversaciones hay un momento en el que todo cambia: Cuando nos lanzamos dentro de la piscina.
En ese instante el silencio se apodera, buceando, con la mente libre de pensamientos, concentrado en bucear y no ahogarse. Una vez concentrado y estando tranquilo es más fácil observar a la gente que está alrededor de la piscina. Observar, pensar, reflexionar… Y de vez en cuando es necesario meterse en esa piscina y quedarse dentro una temporada, mirar hacia uno mismo aún más de lo habitual. Dar carpetazo a proyectos, o dejarlos a la deriva, empezar otros. Y seguir buceando. Creo que me quedaré una temporada aquí en silencio.
“In the water, in the water I make my dreams a way”