De tanto reincidir en el puro amor,
con todos los labios en su boca,
la misma piel su mano nunca toca.
De tanto que ama, vacío queda sin pudor.
Llamadle generoso en su pulsión,
pero tratadle como al escorpión,
que con su propio veneno busca salvación,
y en lo mucho que da, haya nula consolación.
Tan pronto en su pecho les acoge,
y aunque en sus abrazos se desarme,
con el alba de sus sentidos se desvanece.
Donde haya refugio para quedarse
y un lecho para todos los despertares,
asomado a las ventanas convoca al viento para escaparse.
Imagen: “Narciso” de Gabriel Grun