A veces nos pasamos la vida con una forma de pensamiento equivocada y no somos capaces de verlo. El “no” es algo que pasa por nuestra cabeza. Damos por supuesto, debido a unas creencias que hemos tenido toda la vida, que hay cosas que no pueden ser “Ese chico es demasiado para mí”, “Siempre he sido así, no puedo cambiar” o “He fracasado en la vida”.
Pero, ¿y si cambiamos la forma de pensar? Un giro de 180º, como la mitad de un looping de la montaña rusa, para empezar a pedir las cosas, a hacerlas, a empeñarse en ellas, sin dejarnos llevar por esa proyección del no que nos miente. Nos hemos empeñado en etiquetarnos con que somos de una forma y la realidad es que hasta ahora hemos sido así. A partir de este instante eres libre de ser lo que quieras y hacer lo que te de la gana: pide lo que necesitas, haz lo que te plazca, expresa tus opiniones, que te de igual lo que piensen los demás de ellas…
Nada se encuentra escrito y para cambiar sólo hay que hacerlo, ponerse a ello, y pegar un par de tiros a ese no interno, y todos los externos, que se empeñan en que tu vida sea siempre igual.
“y no quiero ni pensar en otro no,
y no voy a conformarme así que di que sí,
di que sí…”
¡Brindo por ese adverbio de afirmación!
Saludos.